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Jarvis es un tipo que no deja indiferente, está claro. Podrás pensar que es un genio, o podrás pensar que es un cretino gafapasta, pero tiene el don de despertar reacciones de empatía y animadversión a partes iguales. Eso, normalmente, es sinónimo de personalidad propia. Y de eso sí que va sobrado el antiguo líder de los imprescindibles Pulp.
De aquí a una semanita le podremos ver en el Primavera Sound, y habrá tiempo de comprobar si en directo sigue tan en forma como la última vez que le vimos (impagable versión de 'Eye Of The Tiger'!), en la calurosa carpa del Summercase de hace 2 veranos (allí donde la diosa PJ Harvey arrasó, mientras los que la contemplábamos extasiados adelgazamos varios kilos sin querer). Pero de momento podemos valorar el segundo disco en solitario de Jarvis, grabado junto al omnipresente Steve Albini en su estudio de Chicago.
Mi reacción leoparda ha sido similar a la del primer disco: ¿el disco está bien? Sí, pero tampoco mata. Tiene temillas salvables, un toque más rockero por las guitarras de algunas canciones ('Angela', 'Fuckingsong', 'Further Complications'...), y lo mejor siguen siendo las letras cargadas de ironía, cinismo y aguda visión de lo cotidiano. Recurre mayormente a los medios tiempos elegantes, pero no tiene, ni mucho menos, la chispa y la energía de sus discos con Pulp. No quiero utilizar la palabra 'madurez', porqué me parece un eufemismo para sustituir al término 'tedio', o a la expresión 'ni chicha ni limoná', pero admito que mi reacción espontánea ante este nuevo disco de mr. Cocker no está siendo demasiado entusiasta...
...eso sí, como personaje me sigue fascinando. Y sólo hay que ver su web y la performance de 5 días que hizo hace poco en una galería de arte de París, reivindicando la condición meramente artística de la música en la era de internet, liberada de los fines comerciales de la moribunda (y nauseabunda) industria...
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