Hay días en que te vas a dormir pensando "hoy he estado en el momento justo en el sitio adecuado". Y hoy es una de esas noches. Me enteré de este concierto por casualidad, en una charla telefónica con mr. Brown Blind Leppard hará cosa de una semana; conocía lo justo de la discografía de Solomon Burke (y cuando digo lo justo, hablo de canciones concretas...); pero tras escuchar su música las últimas horas en la red, y después de uno de esos días extraños en que vas rallado y no sabes bien por qué, al salir del curro he enfilado el camino al Apolo. Con una L más y 50 años atrás en Harlem, poder decir eso mismo tuvo que ser un lujazo enorme para los que ahora lo puedan explicar...
...y es que dentro de este leopardo verde habita un negro que se quedó ahí adentro en el momento de salir al mundo. Y ahora él es quién me mueve, y quién me marca el ritmo, y quién hace que noches como la de hoy vaya a quedar para la memoria de los grandes conciertos. A sus 70 años y sus 180 kg., mr. Solomon Burke ha salido al escenario en la penumbra empujado en su silla de ruedas por una alfombra roja guardada para las grandes estrellas como él. Una vez sentado sobre su trono de Rey del Soul, ha empezado su show de seductor, flanqueado por dos enormes ramos de rosas que ha ido repartiendo entre el público femenino, además de decenas de collares y alguna que otra camiseta. Público, por cierto, tremendamente variopinto, y que iba desde veinteañeros a coetáneos de Burke; y desde locales a foráneos.
Y me ha impresionado por lo bien que conserva su voz, y por su enorme carisma y capacidad de conectar con el público, consiguiendo una atmósfera happy happy de 'what a wonderful world'. Te girabas alrededor y sólo veías sonrisas y sudores. Buena señal. Ha tenido tiempo de felicitar a España por el Mundial; de hablar de las maravillas de este país que ha recorrido en carretera para poderlo disfrutar; de hacer subir a un montón de gente al escenario para bailar y cantar con él (impresionante el baile del mítico 'Flowers', o los besos de adoración que le daban las chicas antes de bajar); de elogiar a grandes del soul como Joe Tex, Wilson Pickett, Percy Sledge, Aretha, Otis Redding... o hasta de marcarse un meneo de cintura y muletas cuando le han levantado para llevárselo en su silla de ruedas tras una hora y 40 minutos de concierto. Impresionante.
Y he dejado para el final el repertorio, pero ha sido otra de las claves para hacer de ésta una noche redonda. Aparte de varios de sus clásicos ('Everybody Needs Somebody To Love', 'Down In The Valley', 'Got To Get You Off Of My Mind', 'That's How I Got To Memphis', 'None Of Us Are Free', 'A Change Is Gonna Come'...), también ha hecho una magnífica revisión de muchos clásicos del género, y del rock'n'roll: 'In The Midnight Hour', 'Proud Mary', 'Tutti Frutti', 'Sittin' In The Dock Of The Bay', 'Mustang Sally', 'Georgia On My Mind', 'Spanish Harlem', 'What A Wonderful World'... acompañado de una enorme banda de 11 grandes músicos, incluyendo 2 teclistas, un batería, 3 miembros a la sección de vientos, dos chicas violinistas, y dos coristas de la familia: Sofía (una de sus... 84 nietas!!!), y Candy (la más pequeña de sus... 21 hijos!!!, y que ha cantado... 'I Will Survive'!!). Cuando, al final, y mientras se iban retirando todos los miembros de la banda, el público ha coreado espontáneamente durante varios minutos el 'When The Saints Go Marchin' In' como si estuvieran en un campo de fútbol, señal de que el Rey Solomon ha ganado por goleada. Muchísimas gracias, señor Burke, y siga siendo usted hasta el fin de sus días. Esa será una gran lección para todos nosotros, que hemos salido pensando: "yo, cuando tenga su edad, quiero ser como él"...
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