Única imagen captada por la cámara del leopardo verde: profesional. Muy profesional...
Recogiendo la propuesta de mr. Black Deaf Leppard, aquí va mi visión del concierto de Eels del pasado viernes en la sala Bikini de Barcelona. Entradas agotadas desde hace meses, llenazo en la sala una hora antes de la hora de inicio (bueno, hora y media, porqué empezaron 30 minutos tarde)... no hay duda que mr. E, Mark Oliver Everett, o como prefieras llamarle, poco tiene que ver con aquél tipo con cara de despistado que parecía que no sería más que un hype pasajero cuando se coló en el estrellato indie con 'Novocaine For The Soul' (como era de esperar, no la tocaron, ni falta que hacía). 14 años y unas cuantas tragedias personales después, se ha convertido en un artista de culto para grandes minorías, y no hay duda de que su agridulce (e imprescindible) biografía 'Cosas Que Los Nietos Deberían Saber' ha tenido mucho que ver.
La velada empezó con la actuación de un ventrilocuo local (que nos perdimos los 3 leopardos), y con la frágil Alondra Bentley ("nerviosa por lo que acabo de ver en el camerino", dijo. Al día siguiente, me la encontré en el AVE y me dijo que, a pesar de las pintas, mr. E y su banda son muy majos y que se la querían llevar de gira con ellos a Portugal. No pudo ser porqué ella se iba a México a tocar un par de conciertos). Sobre las 21:30h apareció Everett en solitario, enfundado en mono blanco, gafas de sol y un pañuelo en la cabeza (se ve que le llaman bandana, palabra que no había escuchado en mi vida y que he leído varias veces en las últimas horas). El set empezó con una única guitarra y en tono intimista, con 'Daisies Of The Galaxy', 'Little Bird' y 'End Times'. Pero en cuanto salió la banda (4 barbudos más con gafas de sol y aspecto impertérrito, entre los cuales, su inseparable bajista Koool G. Murder), se produjo el cortocircuito eléctrico y empezó el rock: 'Prizefighter' fue el arranque de una noche donde mr. E sacó su cara más canalla y animada (dentro de su introversión, no nos engañemos). Se centró en su última trilogía, y especialmente en mi preferido 'Hombre Lobo' ('Tremendous Dynamite', 'Fresh Blood', o 'Begginers Luck', pero también 'Paradise Blues', 'Looking Up' ...), sin olvidar versiones aceleradas de discos anteriores ('I Like Birds', 'My Beloved Monster'...) , y también versiones ajenas (el 'Summer In The City' de los Lovin' Spoonful, o el 'Summertime' de Gershwin, al margen del guiño al 'Twist & Shout' en su 'Mr. E Beautiful Blues'). En pleno desmelene, le dio por lanzar helados al público, entre el revuelo general. Y aunque quizás es cierto que rompieron un poco el ritmo frenético del show, este leopardo verde disfrutó un montón con las canciones de mi faceta favorita de Eels, que son las intimistas y los medios tiempos: 'In My Dreams', 'In My Younger Days', la versión ralentizada de 'Spectacular Girl', la preciosa 'That Look You Give That Guy'... sólo eché en falta 'What I Have To Offer', que para mí es el momento culminante de su último disco 'Tomorrow Morning'. Los dos bises supieron a poco (la genial y vitalista 'I Like The Way This Is Going', y 'Oh So Lovely'), y nos dejaron sedientos de más sangre fresca a la que hincarle los colmillos, tras casi hora y media de show. Buena señal, no hay duda...
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