24 horas después, todavía me pitan los oídos. Todavía tengo el espíritu alterado. Todavía me vienen imágenes de alboroto, guitarras a escasos centímetros de mi nariz, y gente sudando. Mucho. Y gente feliz. Mucho. Y ya tengo preparada una carta de recomendación para el de selección de personal en el Olimpo rockero.
Tenía dos opciones ayer por la noche: la primera, esperar al show del Dios del fútbol en territorio maligno. Como eso ya se lo había visto hacer hace 4 años con la camiseta adecuada, y uno tampoco cree en los milagros, opté por la segunda opción: ver el show de The Jim Jones Revue en territorio leopardo. Y de verdad que Jim y sus cómplices tienen todo el derecho del mundo a utilizar Revue como parte final del nombre de la banda.
El bolo se retrasó poco más de media hora, tras un eterno soundcheck de última hora que ya me llevó a sospechar, desde la primera fila, que iba a ser un concierto especialmente duro para mis oídos. Pero cualquiera que haya experimentado catarsis rockeras sabrá perfectamente que cuando el espíritu de una banda te atrapa desde la primera nota, la razón se desconecta y es el instinto el que domina tu existencia. Y por mucho que mis tímpanos acabaran en los tobillos, mi yunque en el codo derecho, y mi trompa de Eustaquio dentro de un vaso de cerveza, no me arrepiento de nada. Son los pequeños sacrificios que hay que hacer para salvar tu alma de la atrofia cerebral generalizada de este mundo del siglo XXI.
Salieron en formación de quinteto, vestidos elegantes, tupés y planta de estrellas del rock mugriento. De esas que se hacen en la carretera, en antros oscuros donde no puede pasar nada bueno. Pero pasa. Pasa desde el momento que suenan las notas del 'Hey Hey Hey Hey' de Little Richard, y cientos de almas, tímidas o descaradas, se funden en una solo estado de ánimo: rock'n'roll!!
A partir de ahí, el caos, 'Another Daze', saltos, 'Fish 2 Fry', sudores, 'Peace & The Frog', vasos de cerveza volando, 'Rock'n'Roll Psychosis', gente poseída queriendo lamer la guitarra de Jim, 'Good Golly Miss Molly', avalanchas a izquierda y derecha, 'Elemental', moshing, 'The Meat Man', bolas de sonido cada vez mayores... y un Jim Jones cogiendo el relevo de Jon Spencer como perfecto maestro de ceremonias de sucio rock, Rupert Ordon demostrando gran pose y actitud, Elliot Mortimer machacando con arrebatos imparables su pobre teclado, y Gavin Jay y Nick Jones completando la liturgia con la sección rítmica de bajo y batería. Y, como no podía ser de otra manera, El Garantías en la sala... y Pelopincho con su muelle en el cuello, apareciendo en primera fila tras aprovechar la vorágine!
Lo escribí en la reseña del disco, y lo vuelvo a repetir: veneremos a los que le dan sentido a la vida en este mundo estúpido. Little Richard, Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, Sonics, Cramps, Blues Explosion... seguro que todos estarían orgullosos de la Jim Jones Revue.
5 comentarios:
Muy buena crónica, yo no estube delante, demasiado mogollon para mi.Fue realmente tremendo el show, la próxima esperro que sea en una sala mas adecuada (creo que la banda repetira en breve), gracias por el comentario en mi blog.
El mejor eslogan de la blogosfera: Si descargas música te quedarás ciego jajaja
Muy buena crónica, debió ser un gran concierto, aunque perdieras parte de la audición. :-)
No los conozco pero con la crítica que has hecho tendré que solucionarlo.
Sí, es verdad Ofersan: el Sidecar es mi sala favorita para ir a bailar, pero como lugar de conciertos es bastante nefasto
Je, je, gracias profesor fulcanelli, pero no se ría: es totalmente cierto! ¿Acaso no al reverendo Ramoncín y a sus esbirros chupópteros de la SGAE?
Gracias karmenjt. Dos posts más abajo tienes la solución que buscas... ;)
zarpazos
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