Segundo disco de la trilogía imprescindible de Suede. Si el primero era más rock de guitarras descarnadas, este segundo es melancolía y tormento de piano grandilocuente. Editado tan solo un año después de su predecesor, éste fue el disco de la ruptura entre Brett Anderson y Bernard Butler, que abandonó la banda poco después de editarse este álbum, a causa de las tensiones y choques constantes entre las dos mentes pensantes del grupo. Para bien o para mal, las rupturas y momentos de crisis suelen ser los más proclives a que salga el duende creativo, y sin duda que éste también fue el caso, puesto que 'Dog Man Star' es una obra monumental de pop épico que se hizo adulto de golpe y por fuerza.
El revestimiento orquestado de la Sinfónica de Londres y los arreglos de cuerda y viento de Brian Gascoigne (nada casual, puesto que había trabajado en su día con el mismísimo Scott Walker) son claves en la majestuosidad que adquiere el sonido de la segunda entrega de Suede. Como pasaba con otros reyes del género como The Smiths, el sonido es frío, reverberado, dando una sensación de soledad y vacío como el que acompaña a los personajes que protagonizan las letras de Anderson. Amas de casa, decadentes heroínas de cine, prostitutas, amantes o hasta James Dean pasean por este álbum de título conceptual, referido a los 3 estadios por los que pasa el hombre: primero, perro; luego hombre; y al final, estrella.
Los zarpazos eléctricos del debut quedan reducidos a unas pocas canciones ('We Are The Pigs', 'Heroine', 'New Generation'...), dando mayor protagonismo a tristes pero bellísimas baladas, pomposas, melancólicas pero a la vez sublimes: 'The 2 Of Us', 'The Asphalt World', 'The Power' o, sobretodo, las monumentales 'Still Life' y 'The Wild Ones' son perfectos escaparates para el lucimiento vocal de un Brett más crooner que ídolo juvenil, y para arrancarnos de cuajo una parte de nuestras almas en pena y llevarnos al éxtasis de las sensaciones tortuosas.
NO SEAS PERRO, HOMBRE, Y VERÁS LAS ESTRELLAS
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